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MENSAJE A LOS GRADUADOS

29 de Marzo de 2022
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Señoras y señores, jóvenes graduados,

Nunca antes en la historia de la humanidad se había dado un acontecimiento como esta pandemia, que ha llegado a todos los rincones de la Tierra, que ha trastocado maneras de vivir y trabajar, y que tendrá un profundo efecto en las vidas de ustedes graduados, como ya la ha tenido en la de sus padres.

Ustedes construirán sus vidas en una etapa nueva en la historia de la humanidad.

Van a hacerlo con una mayor conciencia de que vivimos en un planeta interrelacionado, donde lo que acurre en un mercado en Wuhan puede afectar en las orillas del Guayas, que los países no pueden esconderse detrás de sus fronteras, que somos una inmensa red de intercambios de bienes y noticias.

En ese amplio mundo es indispensable comunicarse con el inglés el que ustedes ya hablan y con la tecnología que ustedes dominan, cuya importancia sus padres la han comprendido como nunca antes.

Lo que para nuestros antepasados eran reglas inmutables que daban lugar a prejuicios y rechazos hoy se cuestionan. Ustedes están con comunicación con sociedades que piensan diferente y que los obligan a repensar esas reglas heredadas de vida. Viví muchos años fuera del Ecuador y aprendí de ello.

Tanto cambio. ¿Cómo vamos a vivir en ese turbulento mundo cambiante? Viviremos sustentándonos en lo que no ha cambiado, lo que ha permanecido incólume por generaciones: el amor en familia, en pareja, el amor a los hijos, a nuestros amigos, a los que nos rodean. Ese amor, no el dinero que acumulemos, nos iluminará el camino en el turbulento mundo cambiante que viviremos.  

Como hijos hemos comprobado la importancia de familias bien constituidas, sólidas, y unidas. ¿Cómo será la nuestra?

Tenemos que escoger bien a nuestra pareja, no creer en eso de que “tuvo una mala infancia y por eso es medio terrible, pero mi amor lo va a cambiar”. No lo cambiará. El amor surge espontáneamente, pero el matrimonio tenemos que pensarlo muy bien para que dure toda la vida, dé sustento a nuestros hijos, y alegría y recuerdos en nuestra vejez.

Hoy ustedes están desplegando sus alas, en pocos años serán padres con la responsabilidad de una nueva generación. Ojalá entonces recuerden cuando eran hijos, lo que necesitaban y pedían, no sólo cachivaches o viajes, sino tiempo, sobre todo tiempo, que los escuchen con una sonrisa, sentados en el suelo, sin echar miradas furtivas al partido de fútbol en la televisión.

Sus amigos del colegio son los de su aula. Ahora hay que escoger a aquellos con quienes vamos a darnos apoyo mutuo, con quienes, ojalá, podamos compartir la vida. Hoy los medios electrónicos permiten que estemos en contacto con amigos que antes habríamos perdido. Esa es mi invalorable experiencia propia. La amistad se ha hecho universal, ya no limitada al vecino o al compañero de clase.

Tenemos que pensar en los que nos rodean, no sólo en tener mejor casa o carro. Tenemos que involucrarnos  para que nuestro país sea mejor para todos, especialmente para los que no tuvieron la educación que tuvimos nosotros. Nuestro futuro está afectado por las instituciones del Estado a las que no podemos volver la espalda. Tenemos que darles tiempo en nuestras vidas, si no queremos ser arrastrados por intereses que no son los nuestros. Pasé tres años en diversas funciones del Estado y aprendí país. No es sólo hacer dinero en un trabajo de relumbrón, hay que sembrar país para hijos y nietos.

En el Espíritu Santo hemos ayudado a sus padres en educarlos para ser hombres y mujeres de bien, de quienes sus padres estén orgullosos. Nos duele que se vayan, pero sabemos que hay que abrir la mano para que quienes protegíamos amorosamente entre nuestros dedos alcen vuelo, cerca o lejos, a donde los lleven sus sueños.

Como dice ese deseo irlandés:

Que el camino se abra frente a ti,

Que el viento esté siempre a tu favor,

Que el sol brille en tu cara,

Que la lluvia caiga suave sobre tus campos,

Y, hasta que volvamos a encontrarnos,

Que Dios te tenga en la palma de su mano,

Que Dios te tenga en la palma de su mano.

               

 

Ing. Joaquín Martínez Amador

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